domingo, 27 de noviembre de 2016

El pensamiento musical griego

La cultura occidental tiene su origen en Grecia. Antes de hablar del pensamiento musical griego, tenemos que tener en cuenta dos cuestiones previas. La primera de ellas hace referencia a los mitos griegos en los que la música cumple un papel fundamental. Cabe destacar dos figuras: Orfeo y Anfión. Orfeo es una figura que se identifica con la facultad civilizatoria de una música poética en su dimensión retórica. El mito de Orfeo cuenta cómo el poder de la música le abrió las puertas del infierno. Gracias al poder persuasivo del canto acompañado de la kithara (mejor llamarla así que cítara, para no confundirlo con el instrumento usado en la península ibérica durante el siglo XVI y que es totalmente distinto), consiguió civilizar al primitivo ser humano. Cuentan de Anfión que construyó la ciudad de Tebas con su canto. Este mito hace referencia a la capacidad taumatúrgica de la música: el poder de la música para obrar milagros.

La segunda de las cuestiones previas es la dualidad entre lo apolíneo y lo dionisíaco: por una parte tenemos un mundo ligado con el orden cósmico y Apolo tocando la kithara y por el otro el mundo de la embriaguez, del poder perturbador, de la vida en la tierra. El instrumento asociado a lo dionisíaco es el aulós.

Es en Esparta donde se supone que estuvo la primera escuela musical en el siglo VII a. C., cuya cabeza visible fue el músico Terpandro, a quien se le atribuyen dos hechos: la fijación de los nomói (plural de nomos) y la creación de la kithara de siete cuerdas y la lira. ¿Qué eran los nomói? No estamos seguros. Eran unas configuraciones melódicas con un carácter ético determinado. Algo así como los ragas de la música india. En la Grecia clásica estos nomói se pasarán a llamar harmoníai (plural de harmonía). Lo que significa los nomói en la Grecia arcaica van a significar los harmoníai en la Grecia clásica (a partir de los siglos V-IV a. C.)

Es en Grecia, con los pitagóricos, donde aparece el primer pensamiento musical de importancia. En el siglo VI a. C. aparece una doctrina, una corriente filosófica, matemática y musical a quienes llamamos los pitagóricos. El primer pitagórico del que tenemos constancia es Filolao (ya que la figura de Pitágoras es un tanto oscura al no haber llegado hasta nosotros escritos suyos). Filolao es el autor de una de las grandes máximas pitagóricas más importantes: "in discordia concors" o armonía de los contrarios. El concepto del origen del mundo es matemático y son a su vez sonidos, proporciones aritméticas. ¿Cómo es posible que un universo de elementos contradictorios (fuego-agua; tierra-aire) se pueda mantener? Gracias a la armonía cósmica, a la música. Para los pitagóricos, uno de los fundamentos de la música era la Tetraktys, que se corresponde con los cuatro primeros dígitos y las proporciones más simples: 1:2:3:4 Con estas proporciones se pueden expresar los intervalos consonantes de la música: la octava (1:2), la quinta (2:3) y la cuarta (3:4). En estos intervalos descansa la armonía del mundo. Los pitagóricos pensaban que el macrocosmos tiene su reflejo en el microcosmos, que es el ser humano. La música tiene que obedecer a esta cadena entre macrocosmos y microcosmos.

Otra de las ideas presentes en la filosofía pitagórica es la de que la música puede tener efectos terapéuticos. Los pitagóricos atribuyen a los nomói diferentes cualidades éticas y terapéuticas. En el siglo V a. C. quien recoge este pensamiento musical es el legislador de Atenas: Damón.

Teoría del ethos musical de Damón
Ethos quiere decir "carácter" en griego, sentido de cualidad, manera de comportarse. Damón defiende que para la educación de la juventud ateniense es más importante la música que la gimnasia. ¿Por qué? Por la capacidad ética de las diferentes harmoníai; lo que mantiene es que hay una afinidad entre música y alma: el movimiento.

Existen harmoníai malas y harmoníai buenas, pero tendremos que usar sólo las harmoníai buenas para que afecte positivamente al alma. Para la educación de la juventud serán ideales sólo las harmoníai que incentivan las conductas positivas. Todo esto lo plasma magistralmente Platón en sus diálogos. Platón es el gran exponente de las doctrinas pitagóricas tanto filosóficas como musicales.
Hay dos vertientes en el pensamiento musical de Platón y ambas están conectadas pese a que sean algunas veces contradictorias:

- la música como hecho social. La música considerada como techné (como ejercicio mecánico, manual) es irracional. La techné hace referencia a cualquier obra hecha con las manos. Techné en griego significa arte, pero hay que tener cuidado con el término arte, ya que en la Antigua Grecia tenía una connotación diferente a la que tiene hoy en día. Techné hace referencia a algo hecho con las manos. Para Platón, la música es techné y por ello es despreciable. No tiene nada que ver con la belleza ideal, no tiene nada que ver con el placer sensorial. Es puramente hedonista. Por tanto, la música, para Platón, es también despreciable. Es decir, Platón apreciaba la dulzura y el encanto del arte, incluida la música, pero satisface sólo el placer de los sentidos y la realidad no está en el mundo de los sentidos. De esta visión procede el desprecio por la música práctica.

Sin embargo, la música, dice Platón, tiene un gran efecto sobre el alma y es un elemento ideal para la educación. Sólo que Platón considera que el ejercicio está a la misma altura que la música, a diferencia de Damón. El placer musical no es un fin en sí mismo, pero como la música es placentera podemos usarla para educar, siempre y cuando se usen las músicas con valores éticos, que tengan un ethos correcto, si no, destruiríamos el Estado. El hedonismo está proscrito por Platón. Este pensamiento llegó a ser muy influyente, hasta el punto de que ha llegado hasta nosotros el decreto que expulsó a Timoteo de Mileto, a quien se le acusó de hacer un música afeminada.

Ahora bien, no todos estaban de acuerdo con la teoría del ethos. ¿Quiénes estaban en contra? Los sofistas, figuras muy respetables que tenían una visión del mundo determinada y que consideraban la visión de Platón muy frívola. Para los sofistas, la música es una combinación agradable de sonidos y ritmos, que es justamente lo que Platón atacaba. También los propios músicos prácticos estaban en contra de la teoría del ethos y así se puede ver en el Papiro de Hibeh en el que se hace una dura crítica a la doctrina del ethos:

Estos, definiéndose estudiosos de las harmoníai, examinan los cantos confrontando unos con otros y algunos, sin razón, los critican; otros, también sin razón, los alaban. Estos dicen que no se les debe juzgar por su habilidad en el tocar o en el cantar mientras que se afanan mucho en estas actividades. Dicen que algunas melodías hacen a los oyentes temperantes, otras los vuelven juiciosos, otras justos, valerosos o viriles y no saben que ni el género cromático podría hacer tornar viles ni el enarmónico valerosos a los que lo emplean en su música. ¿Quién no sabe que los etóleos, los dólopes y los que se reúnen junto a las termópilas, que en sus cantos usan el género diatónico, son más valerosos que los actores trágicos habituados a cantar en el género enarmónico? No es cierto que el género cromático envilezca ni que el enarmónico infunda valor. La suya es lisa y llanamente impudicia. Dedican gran parte de su tiempo a la música, pero tocan peor que los citaristas, cantan peor que los cantantes, expresan sus juicios mucho peor que cualquier juez y, en suma, todo lo que hacen lo hacen mucho peor que los otros, también en lo tocante a la ciencia armónica, a la cual, sin embargo, afirman dedicar toda su atención. No logran decir cuando oyen una música ni una sola palabra. Se dejan embargar por la emoción y marcan con el pie el ritmo según los sonidos del instrumento. No se sienten ridículos cuando dicen que algunas melodías tienen algo del laurel, otras de la yerta...

Para la mayoría de los músicos prácticos, la doctrina del ethos musical se veía como una especie de secta. Para acabar, dos fueron dos grandes corrientes que también se opusieron a la doctrina del ethos: el idealismo y el materialismo. Se tiene por fundador del materialismo a Demócrito, contemporáneo de Platón. Demócrito es materialista y hedonista. Sobre la música, dice Demócrito, que nace de lo superfluo, no de la necesidad y que es una pura invención humana que ha surgido por imitación de la naturaleza.

- la cosmovisión pitagórica. Platón es el primero en hablar expresamente de la música de las esferas, concretamente en el mito de Er, que está incluida en La República. El mito de Er cuenta cómo los dioses permiten que un  hombre que murió volviese a nacer para contar lo que había visto:

Y desde los extremos vieron el huso de la Fatalidad, en virtud del cual giran todas las esferas. Su vara y su gancho eran de acero y la tortera, de una mezcla de esas y otras materias. La naturaleza de esa tortera era así: su forma como las de por aquí, pero dijo que había que imaginarla a modo de una tortera enorme y enteramente hueca en la que se hubiera metido otra semejante más pequeña, como las cajas que se meten unas dentro de otras, y así una tercera y una cuarta y otras cuatro más. Ocho eran, pues, las torteras, embutidas unas en otras, y mostraban arriba sus bordes como círculos, formando una superficie continua como de una única tortera en torno del eje que atravesaba de parte a parte el centro de la octava. La tortera primera y más externa tenía más ancho que las demás su borde circular, después la más ancha era la sexta, luego la cuarta, cuarta venía la octava, quinta la séptima, sexta la quinta, séptima la tercera y octava la segunda. El borde de la tortera mayor era el más abigarrado, el de la séptima el más brillante, el de la octava recibía su color del brillo de la séptima, los de la segunda y la quinta eran parecidos entre sí y más amarillos que los demás, el tercero era el más blanco en su color, el cuarto era rojizo,  y el séptimo en segundo en blancura. El huso entero giraba moviéndose en una vuelta uniforme, y en ese todo que giraba a su vez se movían dando vueltas los siete círculos interiores, lentamente y en sentido contrario al conjunto. Entre ellos el más veloz era el octava, le seguían conjuntamente el séptimo, el sexto y el quinto. El tercero en su movimiento de rotación les pareció que era el cuarto, y el cuarto el tercero y el quinto el segundo. Y el huso mismo giraba en el regazo de la Fatalidad. Encima de cada uno de los círculos iba una Sirena, que volteaba con ellos, lanzando una voz de un tono único. Y de todas las voces, que eran ocho, se componía una única armonía.

Platón está hablando aquí de los planetas y lo que dice es que estos, al girar, producen música. El sonido de los planetas depende de su velocidad. La imagen de abajo se corresponde con los sonidos producidos por la luna, Venus, Mercurio, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno y las estrellas fijas (el zodiaco):


De este pasaje de La República, se deducirá una escala descendente formada por dos tetracordos. Es una suposición posterior que parece deducirse de las distintas velocidades de los planetas.  La República es el primer documento en el que se habla de la música de las esferas, en el siglo V-IV a.C.

Platón es el primero en mostrar explícitamente que el origen del mundo es música. El origen son proporciones aritmético-musicales tal y como expone en su diálogo Timeo. Ahí, expone Platón cómo creó Dios el mundo: cogió la materia prima del caos y la dividió en varias partes.

En esta división, podemos ver las proporciones con las que se obtienen los intervalos musicales de octava (2:1), quinta (3:2), la cuarta (3:4) y el ditono pitagórico (9:8).

¿Qué quiere decir esto? Que la primera vez que aparece mencionada una escala es en una obra religiosa, en el Timeo: es la escala pitagórica.

En La República, Platón dice sobre la música como sigue:

- Seguramente-dije yo- tú estás en grado de reconocer este primer punto: la melodía [término que viene de melos y que equivale a mousiké, es decir a la música] se compone de tres elementos: palabra, armonía y ritmo.

El concepto de armonía en Grecia tiene tres acepciones:
- armonía cósmica;
- una configuración melódica;
- una sucesión de alturas.

En este texto, Platón defiende que las armonías que se deben mantener son aquellas que favorecen actitudes virtuosas y habrá que desechar las músicas que favorezcan vicios:

- Y por lo tanto, entre las armonías, ¿cuáles son blandas y convivales? - La jónica, respondió, y la lidia: así se llaman ciertas armonías lánguidas. - ¿Y podrá servirte de algún modo, querido mío, con los guerreros? - Ciertamente no, respondió; tal vez empero te quedan la dórica y la frigia.

También hace referencia a la inferior categoría de los instrumentos. En Grecia lo fundamental es la música vocal, la música al servicio de la palabra. En el texto, prohíbe el aulós, que está relacionado con el mundo de lo dionisíaco y defiende la cítara y la lira. De hecho, existe un mito en la mitología griega sobre el aulós y la diosa Atenea, de quien se dice que tras verse reflejada en el agua mientras tocaba el aulós y al percatarse de que le afeaba el rostro, se deshizo de él. También es un instrumento criticado por Platón porque impide el uso de la palabra al mismo tiempo que se interpreta, al contrario que como sucede con la lira.

Platón tendrá un discípulo que aportará una mirada diferente a la de su maestro. Este es Aristóteles, que introduce una mirada más ligada a la materia (¡ojo!, no es materialista). Aristóteles habla de la música en varios de sus escritos, pero es en el libro de La política donde dedica un capítulo entero (concretamente el libro VIII) a hablar sobre música. Lo dedica a la educación y establece un discurso sobre la música. La música es estrictamente necesaria para la educación de los jóvenes. ¿Por qué? Porque es a través de ella como aprendemos a saber encontrar la belleza, la bondad, etc. Estamos hablando de la aristocracia, de los jóvenes que van a tener el poder, de los futuros dirigentes y no de la gente vulgar. Estamos ante un mundo elitista. Acepta la música en la educación de los jóvenes, pero eso sí, con dos condiciones:

- que sólo hagan música en la juventud, porque si siguen haciendo música en la edad adulta, entonces se convierten en esclavos, convirtiendo la música en techné;
- que no hagan música demasiado difícil. La música que tienen que hacer debe ser sencilla para que no se conviertan en unos artesanos, en unos oficiales de manos. El concepto que tiene Aristóteles de la música es el de una disciplina liberal; es decir, para hombres libres, no para esclavos. La música difícil es para los esclavos y un joven noble no se debe rebajar a hacer música compleja. Lo que le interesa a Aristóteles es que el joven aprenda música para tener la facultad de apreciar la belleza en su madurez.

Aristóteles se diferencia de Platón en que:
- acepta todas las harmoníai;
- elude las teorías de las proporciones musicales del alma;
- se opone radicalmente a la armonía de las esferas. Recurrirá a un planteamiento cientificista;
- admite el ethos musical, de que cada harmoníai tiene un ethos particular, pero no condena ninguno.

El pensamiento platónico no acaba en Grecia, sino que se extiende más allá. El pensamiento platónico lo encontramos más adelante en otros autores como Shakespeare. En El mercader de Venecia, en el acto quinto, aquel en el que se encuentran Lorenzo y Jessica en el jardín de una casa y aparecen un grupo de músicos, Lorenzo hace una reflexión pasando por todos los mitos de la música, entre ellos el de la estética, apareciendo el discurso de Platón:

LORENZO.- Vamos a casa, amada mía, a esperarlos. Pero, ¿ya para qué es entrar? Estéfano, te suplico que vayas a anunciar la venida del ama, y mandes a los músicos salir al jardín. (Se va Estéfano). ¡Qué mansamente resbalan los rayos de la luna sobre el césped! Recostémonos en él; prestemos atento oído a esa música suavísima, compañera de la soledad y del silencio. Siéntate, Jéssica; mira la bóveda celeste tachonada de astros de oro. Ni aun el más pequeño deja de imitar en su armonioso movimiento el canto de los ángeles, uniendo su voz al coro de los querubines. Tal es la armonía de los seres inmortales, pero mientras nuestro espíritu está preso en esta oscura cárcel, no la entiende ni percibe. (Salen los músicos). Tañen las cuerdas, despertad a Diana con su himno, halagad los oídos de vuestra señora y conducidla a su casa entre música.

JÉSSICA.- Nunca me alegran los sones de la música.

LORENZO.- Es porque se conmueve tu alma. Mira en el campo una manada de alegres novillos o de ardientes y cerriles potros; míralos correr, agitarse, mugir, relinchar. Pero en llegando a sus oídos son de clarín o ecos de música, míralos inmóviles mostrando dulzura en sus miradas, como rendidos y dominados por la armonía. Por eso dicen los poetas que el tracio Orfeo arrastraba en pos de sí árboles, ríos y fieras; porque nada hay tan duro, feroz y selvático que resista el poder de la música. El hombre que no siente ningún género de armonía, es capaz de todo engaño y alevosía, fraude y rapiña; los instintos de su alma son tan oscuros como la noche, tan lóbregos como el Tártaro. ¡Ay de quien se fíe de él! Oye, Jéssica. (Salen Porcia y Nerissa).


Relación entre ethos, mímesis y catarsis en Aristóteles
El razonamiento de Aristóteles (ilustrado en su La poética y La política) parece ser el siguiente: el ethos musical existe por el movimiento afín entre la música y el alma. Ese movimiento hace que diferentes músicas imiten estados de ánimo distintos. Cuando el oyente se identifica con este u otro ethos, esa identificación le procura la catarsis. Catarsis quiere decir purificación, liberación. Esta teoría de la catarsis artística es una de las más fructíferas en la estética occidental, por la identificación que efectúa esa mímesis, esa imitación. La musicoterapia que hay en los pitagóricos (Damón era pitagórico) y en Platón funciona de forma diferente a cómo funciona la musicoterapia en la catarsis de Aristóteles. La primera se correspondería con la medicina alopática, mientras que la segunda sería semejante a la medicina homeopática (cuyo fundamento es similias similibus curantor): si yo tengo determinada afección, para curarla tendrán que suministrarme una dosis de lo mismo para combatirla.

Existe una leyenda muy famosa sobre Pitágoras que cuenta que se encontró con un joven que estaba enfurecido porque su novia había estado con otro y entonces se puso a tocar una melodía frigia que lo enfureció aún más. Pitágoras, cuando lo vio, cogió la kithara y le tocó una melodía en otra harmonía para calmarlo.

En La política, Aristóteles podemos ver cómo no prohíbe ningún tipo de harmoníai, al contrario que su maestro Platón. De esta forma podemos leer lo siguiente:

En cuanto a la educación, como se ha dicho antes, hay que usar cantos y armonías que tengan un contenido ético. Entre las armonías, y ya se ha dicho, tal requisito lo posee la dórica; sin embargo, hay que aceptar también otras que hayan sido aprobadas por los filósofos y por los músicos que se ocupan del problema de la música como medio educativo.

La música en Aristoxeno
Para Aristoxeno, la manera de encararse al estudio de la música tiene tres niveles:
1. A través de la percepción auditiva; es decir, a través de la expresión sensible.
2. A través de la memoria y el juicio musical.
3. La plasmación de todos los datos en un sistema lógico.

Fubini señala que Aristoxeno está a medio camino entre los pitagóricos y los empiristas, los plenamente prácticos. Aristoxeno considera que el acercamiento a la música no es matemático, sino que se hace a través de la experiencia sensible. Todo lo contrario a lo que dicen los pitagóricos, para quienes lo primero son los números. Aristoxeno tampoco reconoce la teoría del ethos musical; no lo admite porque sus autores se contradicen. Por otra parte, no está de acuerdo del todo con los empiristas puros. Para Aristoxeno, la música es una ciencia más, no se queda en el mero placer, tal y como sí la consideran los empiristas, y como ciencia, se tiene que estudiar como tal. Aristoxeno se aleja de los empiristas puros porque afirmaban que la base de la teoría musical eran los instrumentos musicales. Aristoxeno considera esto absurdo porque el instrumento es algo cambiante y perecedero.

Aristoxeno habla de la necesidad de unir la práctica con la teoría. Hay que unir el oído con el intelecto; unir la música con otras disciplinas.

La música en los peripatéticos
Con los peripatéticos, nos encontramos con un corpus musical muy ecléctico. No existe una visión unilateral de la música. Los peripatéticos son los seguidores del peripato, los seguidores de Aristóteles, pero mezclado con otros pensamientos. Los escritos sobre música en los perpatéticos se encuentran en dos fuentes:
- Los problématas atribuidos a Aristóteles
- En la obra de Teofrasto

La música en los epicúreos y los estoicos
En torno a los siglos I a.C. y el III d. C. desarrollan su actividad los epicúreos y estoicos. La principal figura que representará a los epicúreos es Filodemo, que rechaza la teoría del ethos defiendo la idea de que si la música conmueve es por la asociación de ideas con el texto: cuando escuchamos una música con una determinada armonía vinculada a un texto, hay una asociación de ideas. Esta idea también sería un tanto cuestionable ya que si a una misma música se le asocian distintos textos, acabaría significando cosas totalmente contrarias.

Para los epicúreos, la música está al servicio del placer, por lo tanto es superflua e irracional. Para Filodemo la música tiene la misma función que la bebida o la comida.

La visión de los epicúreos es contraria a la de los estoicos. Diógenes de Babilonia es la principal figura de entre los estoicos que habla sobre música. Defiende que la música es racional porque es una sensación, pero no es espontánea sino educada, como él mismo la llama. Con sensación educada, Diógenes se refiere a que se llega a ella a través del estudio, el raciocinio y la comparación. Para entender la diferencia entre ambas, exponemos los siguientes casos: cuando pones la mano en el fuego y te quemas estamos ante una sensación espontánea; cuando necesitas estudiar para tener una sensación, estás ante una sensación educada. En este sentido, entran en conflicto con el pensamiento epicúreo: la música sí que es racional.

La música en Cicerón (s. I a. C.)
Cicerón tiene un pasaje famosísimo donde reelabora la teoría de la música de las esferas: El sueño de Escipión integrado dentro de su República. Como curiosidad, el original de este fragmento se ha perdido y sólo lo conocemos a través de los comentarios de Macrobio. Cicerón recibe dos grandes influencias: los pitagóricos y los estoicos. Existe una analogía con La República de Platón y lo que dice es, en esencia, lo mismo que Platón cuenta en el mito de Er: que las distintas velocidades de los planetas producen sonidos. En su texto, Cicerón le otorga al número siete una cualidad mágica: "producen siete sonidos diferentes, número que se puede decir representa la llave del Universo."

La música hecha en la tierra es una mera imitación de la hecha en el mundo de las esferas.

Plotino
Filósofo fundador del neoplatonismo. Es una vuelta a Platón, pero con muchas diferencias. Es del siglo III d.C. Habla muy poco de música en sus escritos, pero su sistema es especialmente importante en el pensamiento occidental y sobre todo en la estética. De él beberán Santo Tomás y los teóricos del Renacimiento.

"La existencia es una sucesión eterna de emanaciones desde el uno hasta lo múltiple para volver otra vez al uno." ¿Qué quiere decir esto? El uno se desgrana eternamente en lo múltiple y desde lo múltiple se accede otra vez al uno. En el mundo griego el caos existió desde siempre; luego vino un demiurgo que lo ordenó todo.

¿Cuál es la aportación de Plotino a la estética? Pues es el primer pensador que niega la mímesis como origen del arte. Toda la filosofía hasta Plotino afirma que el arte es mímesis. La creación artística ha ido siempre de fuera adentro. Plotino dice que el arte nace de dentro del alma humana y que proyecta la imagen divina en la realidad. Cuando un escultor cincela no está imitando, está exteriorizando el concepto de la Belleza en el mundo material. El arte es una operación que sale de uno mismo; es, además, inseparable de la Belleza. El arte debe crear Belleza y el artista debe crear Belleza. Nuestra alma aloja a Dios, aloja una parte del espíritu divino y la función del artista es plasmarlo en el mundo material. De la música dice que es el arte más privilegiado porque es el más inmaterial, el que más está relacionado con el macrocosmos. Obviamente, la música práctica tiene que ser un reflejo de la armonía cósmica. Entre los siglos I y II d. C. hay un neopitagorismo muy fuerte y por ello hay tanto en común entre el neoplatonismo y el neopitagorismo.

Como los tubos del Syrinx son diferentes, el conjunto es armónico. Aun siendo uno de los tubos malo es provechoso para el todo. Aunque individualmente sea malo, es provechoso para el conjunto.

Las almas vienen del mundo ideal y se van cargando del lastre de los planetas: Venus le da la capacidad de amar, la Luna la capacidad de menguar y retraerse, Mercurio la garrulería, Marte la agresividad...

Si te ha gustado esta entrada, te recomiendo leer la entrada La música en los padres de la Iglesia., estrechamente relacionada con este tema.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Falla: El retablo de maese Pedro

Manuel de Falla nace en Cádiz el 23 de noviembre de 1876 y recibe sus primeras nociones de música de manos de su madre. Estudió armonía, contrapunto y composición con Alejandro Odero y, más tarde, con Enrique Broca. A finales de las década de los 80, ganó experiencia como intérprete de música de cámara y comenzó a asistir a representaciones de ópera y a conciertos en Cádiz, siendo estas experiencias las que le motivaron a seguir una carrera como compositor. A finales de 1890, Falla se traslada a Madrid, donde ampliaría sus estudios en el Conservatorio; su profesor de piano fue José Tragó, directamente ligado con Chopin a través de su profesor Georges Mathias. En Madrid, Falla cursó sus estudios con enorme entusiasmo y obtuvo los mejores resultados en todos los cursos. Sobre estas fechas pertenecen sus primeras composiciones entre las que se encuentran varias obras para cámara, piezas para piano y canciones, todas ellas con una clara influencia andaluza.

Una crisis económica obligó a la familia de Falla a trasladarse a Madrid. Por esta época, la zarzuela era un género bastante popular y, además, era una fuente segura de ingresos. En un esfuerzo de contribuir al erario familiar, Falla compuso cinco zarzuelas entre 1901 y 1903. Es en 1902 cuando comienza a dar clases de composición con uno de los compositores y musicólogos españoles más importantes: Felipe Pedrell (1841-1922). La importancia de Pedrell como una de las figuras más influyentes de la música española no se debe infravalorar y, aunque la mayoría de su obra es poco conocida hoy en día (él mismo destruyó algunos de sus manuscritos), su relevancia como musicólogo es grandiosa y su legado como profesor no deja de ser de una gran notoriedad, ya que entre sus alumnos se encuentran Albéniz, Granados o Gerhard.

La primera composición importante de Falla y la que le hizo llamar la atención como compositor fue la ópera La vida breve, escrita durante 1904 y 1905, y con la que fue premiado por la Real Academia de Bellas Artes. Fue con esta obra con la que realmente Falla pudo expresarse de forma personal, pese a que la obra no se representa hasta 1913 en París (para entonces, Falla había revisado la ópera). Falla se traslada a París en 1907 y allí conoció a varios de los más importantes compositores franceses de principios de siglo: Dukas, Debussy y Ravel, así como otras figuras de la música importantes que estaban trabajando en la capital, como Stravinski y Albéniz. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Falla volvió a Madrid y al año siguiente vio la primera representación de El amor brujo. Uno de las obras vocales más populares de Falla es el ciclo de las Siete canciones populares españolas, completada en 1915 y escrita para mezzosoprano o barítono y piano. Seis de estas canciones han sido arregladas bajo el título Suite populaire espagnole. Este fue el inicio de un intenso período creativo para Falla que culmina con su obra monumental para piano y orquesta Noches en los jardines de España en 1916 y, más tarde, su ballet El sombrero de tres picos (estrenado en Londres en 1919). También es de 1919 una de las grandes obras de la literatura musical española para piano solo: la Fantasia baetica.

Los estragos causados por la Primera Guerra Mundial provocó que se redujesen en gran medida las representaciones de nuevas obras de grandes dimensiones y una de las soluciones a esto fue la creación de obras en las que se requirieran pocos recursos. L'histoire du soldat de Stravinski es un ejemplo de esto y Falla contribuyó al género con El retablo de maese Pedro. Esta ópera para marionetas contrasta enormemente con el estilo severo de la Fantasia baetica y adopta un tono más ligero. La ópera fue una obra de encargo de la Princesa Edmond de Polignac, una entregada mecenas de las artes cuyo nombre real era Winnaretta Singer, hija del inventor de la máquina de coser. El retablo se estrenó en su salón parisino el 25 de junio de 1923. Está basado en un capítulo de El Quijote de Cervantes y tienes tres papeles para cantantes: el trujamán, el paje narrador, cuya música utiliza un estilo de declamación similar al recitativo tradicional y que deriva del tipo usado por los pregoneros callejeros que Falla se habría encontrado; la música de maese Pedro es más abiertamente popular en su estilo, mientras que Don Quijote utiliza música que es tanto lírica como neo-renacentista.

Los cantantes están situados entre la orquesta y uno de los sonidos característicos es el del clave, que se encuentra junto a la agrupación. Falla utiliza el clave para representar la caballerosidad del protagonista y la música de la corte española del pasado. Wanda Landowska interpretó las partes para clave en El retablo de maese Pedro y fue ella misma la que estrenó el Concierto para clave y cinco instrumentos en Barcelona en 1926. El instrumento que tocó Landowska no era un "auténtico" clave, que podemos encontrar hoy en día fácilmente en la interpretación de la música Barroca, sino un instrumento de grandes dimensiones construido por Pleyel y capaz de producir un sonido contundente. La pieza está escrita para un clave y cinco instrumentos y durante el transcurso del concierto, los cinco instrumentos son tratados como solistas. En el primer movimiento se cita un madrigal renacentista: De los álamos vengo madre; el movimiento central es el corazón de la obra y se alude a un Tantum ergo; el movimiento final hace un homenaje a Domenico Scarlatti.

Psyché está compuesta para soprano y cinco instrumentos y se escribió en 1924 al mismo tiempo que Falla trabajaba en el Concierto para clave. Falla musicalizó un texto de su amigo Jean-Aubry y se estrenó en el Palau de la Música Catalana de Barcelona el 9 de febrero de 1925 bajo la dirección del compositor.

Desde 1926 hasta su muerte en 1946, Falla produjo pocos trabajos y el estallido de la Guerra Civil en 1936 le afectó profundamente. El oratorio de grandes dimensiones o "cantata escénica", Atlántida, ocupó gran parte de su tiempo durante estos años y falleció antes de llegar a terminarla. Muere en Alta Gracia, Argentina, un 14 de noviembre de 1946, a donde Falla había emigrado en 1939. Fue completada por Ernesto Halffter y se escuchó por primera vez en el 100º aniversario del nacimiento del compositor en 1976.