miércoles, 13 de septiembre de 2017

Los primeros sistemas de notación musical

Por notación entendemos una representación visual de un sonido musical, ya sea como la grabación de un sonido oído o imaginado o como un conjunto de instrucciones visuales para los intérpretes.

Este artículo incluye una discusión sobre la notación en la sociedad, subdividido en sus primeras apariciones que se consideran como la base de otros sistemas notacionales. Otros aspectos específicos de la notación se tratarán en entradas separadas: notación Braille ; quironimia; notación ekfonética; solmisación, tablaturas.

I. Aspectos generales
1. INTRODUCCIÓN. El concepto de notación se debe contemplar como una serie de sistemas normalizados de representación entre músicos e incluirían también los sistemas de memorización y de enseñanza de la música a través de sílabas, palabras o frases; estas últimas se llaman, en ocasiones, "notaciones orales". A menudo, podemos considerar el origen de la notación escrita en estas últimas; además, se trata del sistema de comunicación musical más natural de las sociedades analfabetas. En África, en el sur del Sahara, por ejemplo, no se usan notaciones escritas, pero muchos indígenas se comunican a través del habla mediante sílabas, patrones de palabras, el número de las teclas del xilófono, el nombre de las cuerdas y otro vocabulario técnico. Incluso en la Europa del siglo XI los instrumentistas no usaban notación, y los músicos de iglesia, a la hora de ensayar o ejecutar un obra, se comunicaban la mayoría de las veces a través de sílabas o gestos en lugar de leer una partitura.

La notación escrita es un fenómeno de las clases sociales alfabetizadas. En todas las sociedades se ha desarrollado tan sólo después de la formación de la escritura. Algunas culturas son particularmente propensas a la notación en este sentido: China, Corea, Japón y Europa han ido acumulando una enorme cantidad de sistemas notacionales para servir a diferentes propósitos. Otras, en cambio, hasta finales del siglo XIX, han desarrollado muy pocos sistemas, especialmente los países del este de Asia (a excepción de Turquía), el sur o el sureste de Asia.

El uso de la notación y la forma que toma son el resultado del contexto social y cultural en el que se han desarrollado. Es socialmente significativo que, mientras en la Europa occidental fue la música vocal la primera en notarse musicalmente, en Grecia, Mesopotamia y Egipto resultó ser la música instrumental la primera en notarse. En las dos últimas culturas mencionadas y en las notaciones instrumentales del este asiático, se usó la escritura del lenguaje hablado también como notación musical; en el resto de culturas mencionadas, así como en las notaciones del canto en el Imperio Bizantino y en el este de Europa, en el Tíbet, Mongolia y Japón, se usaron símbolos no lingüísticos, en tanto que la escritura del habla sólo se utilizaba para los textos cantados. Además, mientras algunas notaciones se diseñaron para dar toda la información necesaria, otras sólo daban una pequeña parte de lo que realmente necesitaría un neófito. En estas últimas, la información que falta está oculta bien porque ya está memorizada y, por lo tanto, no es necesario apuntarla; bien porque hay una clara intención de mantenerla en secreto.

Hablando en términos generales, existen dos razones que motivaron el uso de la notación: la necesidad de una ayuda para la memoria y la necesidad de comunicación. Como coadyuvante a la memoria permite al intérprete abarcar una mayor cantidad de repertorio que de otra manera sería incapaz. Puede ayudar a la memoria del intérprete en obras que ya conoce, pero que no recuerda perfectamente; también puede ayudar como base para una improvisación; o permitir la lectura de música a primera vista. La notación escrita proporciona los medios para esbozar las ideas musicales durante el proceso compositivo. Como medio de comunicación, permite preservar la música a través del transcurrir del tiempo; facilita la interpretación para aquellos que no están en contacto directo con el compositor; presenta la música como un texto que es objeto de estudio y análisis, ofreciendo al estudiante los medios para dar vida en su mente a la música cuando no es posible una interpretación de la partitura; y sirve al teórico como un medio para demostrar leyes acústicas o musicales.

2. CRONOLOGÍA. A la hora de trazar una cronología de todas las notaciones, hay que tener en cuenta que sólo se ha podido hacer mediante los restos que han sobrevivido a lo largo del tiempo. Por tanto, no podemos considerar representativa de un determinado momento histórico una notación preservada como fuente musical; esto quiere decir que una descripción teórica de una notación puede llegar a ser ambigua o imprecisa; una alusión literaria a una práctica notacional puede no ser real. Saber interpretar las fuentes que han llegado hasta nosotros es el primero de los problemas. Llenar los huecos que hay entre cada una de ellas es el segundo de los problemas, especialmente cuando no hablamos de décadas o siglos, sino de miles de años.

La primera forma de escritura realizada por cualquier civilización que conocemos es el sistema usado por las civilizaciones de Mesopotamia: los sumerios, los babilonios, los asirios y otras. Sus orígenes pictográficos datan de, por lo menos, mediados del IV milenio a. C. y su sistema cuneiforme sobrevivió al período helenístico y cayó en desuso a partir del siglo I d. C. La escritura jeroglífica de los antiguos egipcios, una mezcla de ideografías (imágenes que representan no sólo los objetos pintados, sino también ideas asociadas a esos objetos) y símbolos fonéticos, sobrevivió hasta el año 400 d. C. Las primeras representaciones visuales de los sonidos musicales que han sobrevivido están en estrecha conexión con estos jeroglíficos grabados en los muros de los templos y las tumbas: algunos de ellos, pertenecientes a la época faraónica, contienen escenas musicales que, al parecer, muestran un sistema de signos realizados con el brazo, la mano y los dedos mediante los cuales los maestros indicaban detalles melódicos y rítmicos a los intérpretes. Además, algunos de los signos jeroglíficos del Antiguo Imperio (c. 2686-2181 a. C.) y del Nuevo Imperio (1567-1085 a. C.) se han interpretado como indicaciones musicales específicas. Es posible que la quironimia haya existido también entre los judíos desde el II milenio a. C. y es probable que algunos de los signos del sistema de acentos bíblicos desarrollado por los masoretas de Tiberíades durante el siglo IX d. C. y principios del siglo X estuviesen basados en los signos quironímicos usados para ayudar al cantante en su canto.

De la antigua Mesopotamia tenemos claras pruebas de un sistema de notación fonético, es decir, una serie de instrucciones musicales descriptivas que se pueden ver como los antecedentes de la notación para instrumentos de cuerda. Este sistema se conserva en alrededor de 80 tablas acadias de escritura cuneiforme y sus fragmentos datan de entre el 1800 y el 500 a. C., período durante el cual este sistema fue usado ampliamente. Esta notación se basa en una terminología musical de los acadios que utiliza nueve nombres distintos para cada una de las nueve cuerdas o notas y 14 términos básicos que describen los intervalos de cuarta y quinta que se usan para afinar los instrumentos de cuerda y términos para la tercera y la sexta que parecen haberse usado para temperar las siete notas generadas por cada escala. La combinación de nombres de cuerdas e intervalos se usa para describir el procedimiento de afinación y la formación de las siete escalas, formando una notación fonética o un tipo de tablatura fonética. Este sistema se usó tanto en el sur como en el norte de Mesopotamia y también se ha encontrado en el antiguo emplazamiento de Ugarit (Ras Shamra, Siria). Las tablas halladas en este lugar, datadas alrededor del 1400 a. C., incluyen textos de himnos escritos en el idioma de los hurritas, seguidos por las instrucciones musicales habituales de los acadios para los intervalos y las escalas. Aunque no es común, en algunas de estas tablas podemos encontrar signos numéricos junto a los nombres de los intervalos; este sistema notacional está abierto a numerosas interpretaciones, pero lo más probable es que lo usaran los instrumentistas para acompañar al canto.

El primer sistema de notación alfabética que se conoce es el de Ugarit. La notación alfabética es un sistema en el que cada signo representa un único sonido; a cada sonido le corresponde un signo. El sistema de notación alfabético de Ugarit está conservado en tablas de arcilla en las que se utilizan signos cuneiformes para representar 30 letras; parece ser que derivaron de los silabarios cuneiformes de mediados del II milenio a. C. en Siria-Palestina. Más tarde, el alfabeto semítico occidental de 22 letras, que se desarrolló hacia finales del II milenio a. C., originó, entre otros, los alfabetos griego y hebreo, apareciendo ambos en los primeros siglos del I milenio a. C. La primera notación musical conocida que utilizaba letras del alfabeto para representar la altura de los sonidos fue la más antigua de dos sistemas de notación griegos, la llamada notación instrumental, que usaba una mezcla de letras griegas y otros símbolos para representar una serie continua de notas diatónicas a lo largo de tres octavas. Cada una de estas letras o signos aparecen también en forma rotada para indicar una elevación de un cuarto de tono o de medio tono de una nota. Esta notación debió aparecer antes del año 500 a. C, mientras que la notación vocal, que usa el alfabeto jónico, no se puede fechar antes del siglo V a. C.

En China, surge un sistema de escritura esencialmente ideográfico, probablemente a principios del II milenio a. C., en el que cada caracter de la escritura representa una única palabra monosilábica. Las primeras pruebas de uso de monosílabos para representar alturas musicales datan del siglo IV a. C; y la primera discusión detallada, datada alrededor del siglo II a. C. En ella se muestran los cinco monosílabos gong, shang, jue, zhi y yu para representar las notas de la escala pentatónica china. Estos monosílabos son, en efecto, sílabas de solmisación que designan los cinco puntos de la escala pentatónica, que se pueden mover a cualquier altura fija. Por otro lado, en el siglo III a. C., los relatos más antiguos hablan de un sistema de alturas fijas de 12 , en el que cada sonido tiene su propio nombre: el primero de ellos se llamaba huang-zhong (literalmente "campana amarilla"), el que estaba una quinta aguda sobre este se llamaba linzhong ("campana del bosque"), el que estaba una quinta aguda sobre este (es decir, una segunda con respecto al primer sonido) se llamaba taicou, etc.

Ya se ha hablado de la adición de acentos en los textos bíblicos hebreos. El uso de estos acentos para la cantilación de textos es lo que se llama notación ekfonética. En el siglo VI d. C. se desarrolló un sistema de nueve acentos que se indicaban al colocar y agrupar puntos en los textos hebreos. Este sistema fue desarrollándose hasta alcanzar un alto grado de sofisticación en los siglos siguientes. Otras tradiciones que usan notaciones ekfonéticas fueron los repertorios litúrgicos monofónicos de los sirios, armenios y bizantinos.

Los primeros ejemplos de tablatura instrumental datan de los siglos VI y VIII d. C. El primero de ellos es un conjunto elaborado de instrucciones para tocar la cítara china, el quin', indicando cómo interpretar la obra titulada Youlan. Este sistema, conocido como wenzi pu, perduró hasta el siglo X. De la tradición china deriva una tablatura para el laúd japonés, llamada biwa, y que data del año 768.

Las primeras notaciones neumáticas que han llegado hasta nosotros a través del canto llano datan del siglo IX: son los neumas de San Galo en Suiza, cuyas líneas dibujadas con cuidado representan de forma gráfica la elevación y el descenso de la línea melódica; y los neumas de puntos superpuestos de las fuentes paleofrancas, mesinas (o lorenas) y aquitanas. De esta época también datan las primeras notaciones ekfonéticas bizantinas que han llegado hasta nosotros. No debieron de tardar mucho en usar las notaciones neumáticas en el Tíbet en el canto budista, posiblemente por la influencia del sistema ekfonético utilizado en la iglesia siria y que transmitieron los nestorianos.

En el siglo IX, la notación dasiana, que se asemeja a la notación instrumental griega por el hecho de que rota su signo notacional, se usó para notar las primeras formas de polifonía occidental que conocemos: los organum paralelo y libre de Musica enchiriadis. Existen también pruebas de una notación alfabética en la teoría musical árabe (aunque sin uso en la música práctica), cuyos primeros testimonios datan del siglo XIII.

La notación china gongche parece haberse originado en Kuqa, un reino del Asia central, antes del siglo VI a. C., pero sólo la volvemos a encontrar en fuentes de la dinastía Song (960-1279). En un primer momento, esta notación se utilizaría probablemente como un tipo de tablatura para el bili, una flauta de lengüeta doble, para más tarde usarse como una notación para solfear tanto música vocal como instrumental. El siglo X fue testigo del cambio del jianzipu al qin: una notación en la que se daba una información completa en un único símbolo sobre el punteado de la mano derecha, las posiciones de la mano izquierda, la duración y los adornos.

Conservamos las primeras particellas de agrupaciones japonesas de instrumentos de viento y cuerda, datadas entre los siglo X y XII. Son, principalmente, tablaturas, pero la notación para el koto utiliza una de las primeras notaciones numéricas.

La Europa occidental del siglo XI fue testigo de la innovaciones realizadas por Guido d'Arezzo: el pautado, la mano guidoniana (un tipo de kironimia) y las sílabas de solmisación; en la Europa oriental, aparecen los primeros neumas en manuscritos bizantinos y eslavos; y en Oriente próximo encontramos notaciones ekfonéticas en manuscritos de Georgia y Armenia. El siglo XII fue testigo de los inicios de la notación neumática sumifu en la poesía épica japonesa, en la que se colocaban a la izquierda del texto una serie de líneas con forma de lágrimas que indicaban patrones melódicos. En el siglo XIII aparece el goin-hakase en el canto budista y la notación gomafu utilizada en el noh japonés.

Las sílabas de solmisación del sur de Asia datan de, al menos, los siglos IV y V d. C. Las siete alturas del Natyasastra están representadas por las sílabas sa ri ga ma pa dha ni, que se dice que vienen del sánscrito sadja rsabha gandhara madhyama pancama dhaivata y nisada. Sin embargo, Widdes (1996, p. 393) afirma que las formas cortas tiene un origen oral y no son abreviaciones. Aunque estas alturas se nombran en el Natyasastra, la primera notación conocida del sur de Asia data del siglo VII-VIII a. C. y se encuentra inscrita en una roca en Kudumiyamalai en Tamil Nadu. Las sílabas usadas como trucos mnemotécnicos para los patrones del tambor también se describen en el Natyasastra, y más concretamente, en el Sangitaratnakara, en el siglo XIII.

Mientras tanto, la notación en Occidente estaba sufriendo cambios fundamentales al aparecer la notación cuadrada en el siglo XII, al desarrollarse los modos rítmicos y al aparecer el sistema mensural, con todas sus posibilidades rítmicas de enorme complejidad. Al mismo tiempo que se alcanza el culmen de este desarrollo a mediados del siglo XV, en Corea, aparece el único alfabeto de entre todas las civilizaciones del este asiático. Inmediatamente después se importaron y adaptaron en Corea las notaciones chinas: el yulchapo, que tomó los nombres del chino, pero pronunciados en coreano; la tablatura komun'go para la cítara de seis cuerdas, que adoptó el jianzipu chino, pero incorporando letras coreanas en él; el kongch'ok po, que adaptaba el gongche chino para las melodías rituales; y la notación de cinco notas abreviadas llamada oumyakpo que se corresponde con el antiguo sistema chino de solmisación, pero usando un grado central de la escala kung (el más grave de los cinco grados chinos) y rangos exteriores usando números y prefijos: sangil (encima) para la nota inmediatamente superior, hasam (por debajo de tres) para una tercera descendente, etc. Con esto vino la invención de una notación mensural coreana, chongganbo: un sistema reticulado en el que cada espacio se corresponde con una unidad de tiempo.

Durante los siglos XV y XVI se desarrollaron las primeras tablaturas instrumentales en Occidente (aunque es probable que ya existieran desde el siglo XIII), las primeras de ellas eran para instrumentos de teclado y la familia del laúd. El siglo XVI vio una ruptura progresiva del sistema de mensuración proporcional de valores a un sistema de valores fijos en el que cada nota contenía dos notas del siguiente valor menor. Al mismo tiempo, la notación cuadrada se seguía usando para el canto llano y para la música monofónica secular en Alemania.

Los siglos XIX y XX en Europa fueron testigos de la formalización de la partitura orquestal, se dejaron de lado indicaciones verbales que utilizaban palabras italianas y se incrementó el uso de especificaciones cada vez más detalladas de todos los parámetros del sonido en un intento de controlar cada detalle de la interpretación. Esto ha traído consigo un intento de reformar la notación y la aparición de nuevos tipos de notación como Klavarskribo y Equitone.

Muchas notaciones del este asiático se desarrollaron bajo la influencia de la notación moderna occidental durante el siglo XIX, y las nuevas que aparecieron usaban números arábigos (la mayoría de ellas basadas en el método Galin-Paris-Chevé); recientemente se han desarrollado también sistemas de solmisación. Por otro lado, así como la escritura microtonal de los compositores occidentales del siglo XX ha puesto en evidencia la rígida representación de sonidos de la notación moderna occidental (que ha obligado a introducir alteraciones accidentales para los cuartos de tono y sextos de tono), también lo ha hecho la necesidad de transcribir músicas no occidentales. Se han desarrollado dos métodos nuevos: el del melógrafo, un invento de Charles Seeger que traza una línea de altura del sonido inmediatamente sobre una línea del volumen del sonido; y un aparato de Karl Dahlback que produce líneas similares pero con un tubo de rayos catódicos.

A través de una perspectiva histórica podemos decir que entre el año 500 a. C. y el siglo X d. C. se establecieron la mayoría de las notaciones alfabéticas e ideográficas del mundo. Algunas de las notaciones ideográficas eran tablaturas instrumentales, todas ellas del este asiático; las tablaturas occidentales se desarrollaron más tarde. Hacia el final de este período vino otro en el que los acentos se usaron como signos notacionales: especialmente entre los siglo V y XI d. C., aunque el origen de algunos sistemas podría ser anterior. La mayoría de los sistemas neumáticos del mundo parecen haberse desarrollado en un estrecho período que transcurre entre los siglos IX y XII: son los neumas de la Europa occidental, del Imperio Bizantino y el este de Europa, de Japón y probablemente también en el Tíbet. Las notaciones numéricas se desarrollaron mucho después: además de la tablatura china quin en el siglo X y de la tablatura japonesa koto en el siglo XII, también aparecieron en Corea en el siglo XV.

Tabla del nut andha (literalmente "notación en escalera") de Java
II. Sistemas notacionales
1. MATERIALES. Una notación musical requiere, en esencia, dos cosas: un conjunto de signos y una regla o convención que diga de qué manera se relacionan esos signos entre ellos.

Son raras las ocasiones en las que la música ha diseñado su propio sistema de signos. Por lo general, se ha contentado con tomar prestados sistemas ya en uso para sus propios propósitos (como por ejemplo la representación de los valores aritméticos, de las inflexiones del habla o los sonidos del lenguaje natural). En este hacer, ha desechado la parte que menos le interesaba de cada sistema y ha modificado sus signos para satisfacer sus propios intereses. Estos signos, la materia prima de la notación, se pueden clasificar en dos categorías: los signos sonoros y los signos gráficos. Los signos sonoros incluyen las letras, los signos de las sílabas y los signos de las palabras (signos que transmiten tanto el significado de la palabra como su sonido en el habla). Algunos sistemas numéricos también entran dentro de esta categoría: son sistemas que asignan un nombre al rango más bajo de números. Los signos gráficos incluyen formas geométricas, líneas, puntos, curvas, rejillas y otros por el estilo.

Los signos sonoros representan, por su propia naturaleza, sonidos fuera de la música. Se pueden pronunciar de la misma manera que se pueden escribir, lo que incrementa su poder comunicativo. Pero poseen una cualidad adicional mucho más importante: bien poseen un significado (como las palabras y los números) o bien pertenecen a un sistema organizado (como las letras y en algunos casos, las sílabas).

2. LETRAS DEL ALFABETO. Para los requisitos de una notación alfabética, no importa tanto la cualidad sonora de un letra, sino su posición dentro de un orden convencional; es decir, un alfabeto. El orden de las letras en un alfabeto ofrece una base ya hecha para la notación musical, en el sentido de que se puede establecer directamente una relación con el orden del sonido musical. De esta manera se convierte en una analogía del orden musical: un objeto del orden musical tiene un significado referencial en otro sistema análogo.

Como ya se ha especificado antes, las primeras escrituras alfabéticas datan de mediados del II milenio a. C. El primero que conozcamos en establecer un orden de las letras fue el alfabeto hebreo, datado en el siglo VI a. C. Este orden se corresponde con los acrósticos de la Biblia (Lamentaciones, Proverbios, Salmos). Hasta el siglo XVII, la escritura alfabética existió en tan sólo un área reducida del mundo: en Oriente próximo, en los países mediterráneos, en la Europa oriental y occidental, Asia del sur y Corea. Los primeros alfabetos (el hebreo, el fenicio, el arameo y los de las lenguas semíticas) se desarrollaron todos entre el 1000 y el 500 a. C. A partir de estos, se desarrollaron los alfabetos griegos, los latinos, los cirílicos y los primeros alfabetos indios. En cuanto a la forma de ordenar las letras, el alfabeto griego se asemeja mucho al hebreo y el alfabeto latino se asemeja al griego.

El alfabeto se usó para la notación de sonidos en la antigua Grecia y, más tarde, alrededor del siglo X en la Europa occidental antes de que se incorporara en nuestra notación moderna en forma de claves (C, F, G) y alteraciones accidentales (b, h). El sistema alfabética todavía está implícito en nuestro sistema de notación musical actual, ya que en la mayoría de países europeos la situación de notas en el pautado se traduce en nombres de letras en el habla (excepto en Francia y España, donde se traducen en sílabas de solmisación).

Existen muchos ejemplos de abreviaciones verbales en las notaciones occidentales: la letra p, por ejemplo, se usa como una indicación de que hay que tocar suave (piano) y, como una forma más elaborada y como alternativa a "Ped.", se coloca debajo del pentagrama para indicar el uso de pedal en el piano. Las denominadas "letras significativas" en el canto gregoriano se usaron junto con algunas notaciones neumáticas para indicar la duración (c para indicar cito o celeriter; es decir, "más rápido", o para indicar un valor más corto) y dirección y movimiento (l para indicar levare, o s de sursum, ambos significando "más arriba").


Escala slendro
Estos usos no alfabéticos de las letras se pueden describir como secundarios en la notación musical: es decir, las letras significan palabras que a su vez indican aspectos musicales. Sin embargo, es tal la fuerza de la tradición que las letras son inmediatamente reconocibles: de esta manera, una indicación para el pedal se ha convertido en un signo gráfico que implica el movimiento del pie del pianista. Lo mismo ocurre con los usos alfabéticos de las letras: las claves de sol y fa apenas se reconocen como las letras G y F, y en su lugar se han convertido en signos para dos alturas fijas (sol y fa).

3. SÍLABAS. Como ocurre con las letras, las notaciones silábicas se dividen en dos categorías: aquellas que operan por referencia a un orden establecido de sílabas, y sobre el cual se basa el orden musical (las llamadas notaciones "primarias"); y aquellas que usan abreviaciones silábicas de palabras (notaciones "secundarias").

Un ejemplo clásico del primer tipo (las "primarias") sería el conjunto de sílabas japonesas i, ro, ha, ni, ho, he, to. Estas son las siete sílabas iniciales de un orden establecido de 48 caracteres japoneses muy cercanos a su análogo orden en el alfabeto; es decir, que se trata de un orden convencional más que intrínseco. Estas siete primeras letras de la terminología japonesa funcionan igual que las letras A, B, C, D, E, F, G del mundo occidental, repitiéndose igual en cada octava. De esta manera, una escala de do mayor (C major) se representa como sigue ha, ni, ho, he, to, i, ro, ha. Un ejemplo más sencillo es el conjunto de sílabas de la escala slendro de la Isla de Bali, que consta de cinco notas, un conjunto que va combinando cinco sonidos de vocales: ding-dong-dèng-dung-dang. Se trata casi de un sistema alfabético que usa sólo vocales.

Muy similar a esta es el conjunto de sílabas chinas utilizadas en la escala pentatónica: gong-shang-jue-zhi-yu. En la imagen de abajo se pueden observar de forma paralela el conjunto de sílabas coreanas usando los mismo caracteres chinos.

Caracteres chinos de la escala pentatónica con las sílabas chinas (a) y las coreanas (b)
La notación china gongche es un sistema del mismo tipo pero algo más compleja. Consta de diez caracteres, o ideogramas, cada uno de los cuales representa una sílaba que indica una nota en una gran escala diatónica que se extiende hasta la novena. En la imagen de abajo se pueden ver estas sílabas y sus caracteres, con he arbitrariamente colocado a la altura de do (C). Se puede tocar una escala cromática si se le añade el prefijo gao- (que significa "más alto") para elevar la altura de la nota, o xia- (que significa "más bajo") para bajar la altura un semitono; no obstante, para el siglo XI gao- dejó de usarse.

Notación gongche
En el siglo XV, los músicos coreanos adoptaron los diez caracteres básicos, aplicando su propia pronunciación: hap, sa, il, sang, ku, ch'ok, kong, pom, yuk y o. La notación coreana se llama kongch'okpo. Cabe destacar que cuatro de estos caracteres en la notación gongche son números (si es el cuatro, yi es el uno, liu es el seis y wu es el cinco); de tal forma que la notación en parte numérica.

El sistema de solmisación silábica del sur de Asia está escrito normalmente en escritura devanagiri en el norte de la India, y en tamil o tegulu en el sur de la India. Aunque la notación se considera, por lo general, de poca importancia en las tradiciones predominantemente orales, esta notación está bastante extendida y se usa como ayuda a la memoria o como herramienta de aprendizaje. Así ocurre en particular en la música carnática, cuyo corpus de composiciones es mucho mayor que el de la música indostaní. Las propias sílabas describen la duración de un sonido mediante el uso de sílabas largas o cortas: normalmente, una vocal corta se utiliza para representar un sonido de un matra ("golpe") o menos y una vocal larga se utiliza para dos golpes o más. Los símbolos que modifican las alturas varían de un sistema a otro

La solmisación silábica del sur de Asia: la escritura devanagiri (a) y la escritura tamil o tegulu (b)
Un tanto diferentes, pero no demasiado de las sílabas de solmisación indias, son las sílabas medievales occidentales ut, re, mi, fa, sol, la. Son, en esencia, sílabas que se corresponden con las sílabas de los seis primeros versos de un himno de siete versos dedicado a San Juan, de alrededor del año 800, y bien conocido en el siglo XI cuando Guido d'Arezzo creó su sistema de solmisación a partir de él. Las sílabas eran, por algún casual, características y funcionaban como referencias al orden textual. Pero su carácter referencial se potenciaba mucho más por el hecho de que los seis primeros versos de la melodía del himno comenzaban sucesivamente en los grados de la escala desde do a la, y de esta manera funcionaban como referencia también a un orden musical externo, incluso aunque la melodía existiera antes del sistema de solmisación. A partir de la sucesión de estas notas se creó el hexacordo natural, junto al cual tenemos un hexacordo suave con la misma sucesión de notas, pero transportado una quinta más grave, y un hexacordo duro, transportado una quinta aguda, los tres forman juntos el sistema musical conocido como musica recta. (La musica recta se opone a musica ficta. En los hexacordos, las distancias interválicas están predefinidas y los tonos y semitonos en cada uno de ellos son inalterables (musica recta). Y sin embargo musica ficta es la interpretación de una alteración a pesar de que no esté escrita, siguiendo una serie de reglas. Hay un libro de Lionel Pike interesante sobre el tema hexacordal). Este sistema se podía transportar a otras alturas relativas.
Página de una moderna colección de obras vocales indias con notación  (Ramanlal Mehta, "Agra gharana")
La titilaras kepatihan de Java (la notación en clave) utiliza siete sílabas: ji, ro, lu, pat, ma, nam y pi que son abreviaciones de los números del 1 al 7 (siji, loro, telu, papat, lima, nem y pitu). Además de su poder referencial y su capacidad para referirse a los significados de las palabras, las sílabas tienen otra cualidad: la onomatopeya. El grado de la apertura o cierre del sonido de la vocal, la presencia o ausencia de consonantes iniciales o finales (dentales, nasales, labiales, etc.) se usan frecuentemente para reflejar el color de un sonido, el tipo de ataque o el valor rítmico. Un ejemplo sería el scat singing en el jazz, donde doo se usa para una nota acentuada y sostenida, bee para una nota sin acentuar y corta, y bop para una nota en staccato, acentuada pero a contratiempo. De tal forma que un patrón como bop bop bee-doo-bee-doo-bee podría cantarlo un cantante de scat como si se tratara de una solmisación rítmica.

Las sílabas onomatopéyicas las usan los percusionistas de la tribu de los ewé de Ghana. Dos golpes seguidos con la palma de la mano en el centro del tambor se representan con las sílabas ga-da, los sonidos más suaves producidos por las manos cepillando el centro del tambor con las sílabas ka-ta, y el uso de los dedos extendidos para producir una combinación

4. LA ACÚSTICA DE LAS SÍLABAS Y LAS PALABRAS. Mientras que los sistemas silábicos, discutidos más arriba, representan clases de alturas específicas, grados de la escala y técnicas interpretativas, otros sistemas silábicos menos estandarizados, pero más regulares, tienden a usar vocales y consonantes de acuerdo a sus características sonoras para reflejar de forma icónica la altura, la duración, la resonancia, la intensidad, etc. De este modo, las relaciones entre estas sílabas y los elementos musicales están lejos de ser arbitrarias.

En particular, las vocales se usan a menudo de acuerdo con lo que los foneticistas llaman su altura intrínseca, intensidad y duración (ver Hughes, 1989). Por ejemplo, las vocales i, e, a, o, u pronunciadas a la española y a la japonesa se perciben a menudo como una secuencia de alturas descendente (reflejando las alturas de su segundo formante). Muchas culturas explotan esta altura intrínseca de las vocales para la enseñanza de la música instrumental. De este modo, el repertorio melódico de la flauta japonesa nokan se enseña a través de cantos mnemotécnicos como el ohyarai houhouhi, en el que parejas de vocales sucesivas revelan una dirección melódica de un 90% de precisión: las secuencias ohya, rai, uho y uhi representan ascensos melódicos, siendo uhi el más grande de todos, ya que sus dos vocales se encuentran en extremos opuestos del espectro sonoro; iho y hou representan descensos melódicos. En varios sistemas similares de Japón (donde los eruditos los llaman shoga) y Corea  (yukpo o kum), las excepciones a esta relación entre vocales y la dirección melódica a menudo son el resultado del conflicto acústico entre la duración y la intensidad, por lo cual la vocal a es la más indicada para notas de larga duración, fuertes o métricamente importantes, mientras que la i y la u se usan para notas débiles o cortas.

Las consonantes también juegan un papel fundamental. En la secuencia teren para el laúd japonés shamisen, la t indica un punteado normal y resonante; la r indica un sonido amable o bien un pizzicato en la mano izquierda; y la n indica que el segundo sonido es de mayor duración que el primero. En muchos trucos mnemotécnicos para el tambor, una k final (un sonido cortante) representa un golpe seco, mientras que una consonante nasal final o una vocal se usan para indicar que se debe dejar resonar el sonido hasta que se desvanezca naturalmente.

Estos sistemas podrían llamarse "sistemas acústico-icónicos". Sus orígenes orales se reflejan en la falta de cualquier tipo de explicación de sus patrones; su poder simbólico e icónico yace precisamente en su naturaleza acústica. Hoy en día, sin embargo, estos sistemas se encuentran a menudo escritos. En muchos sistemas de notación escritos de Japón y Corea (que tienden a ser diferentes por cada instrumento), cada línea de la tablatura o notación de la altura viene acompañada por una línea de sílabas acústico-icónicas El hecho de que esto pueda ocurrir aun incluso cuando estas líneas no añaden información a la tablatura, como en la notación shamisen bunka-fu, confirma la tradicional importancia de estas sílabas en la transmisión.

5. PALABRAS. Las palabras han asumido un lugar en la notación moderna occidental en los últimos 350 años más o menos. Debido en parte a la estandarización de la partitura y al deseo de los compositores de concretar qué instrumentos deben tocar en sus obras; y esto ha ocurrido al mismo tiempo que surgía el deseo de especificar el tempo, el afecto, el carácter y detalles concretos sobre la articulación y producción del sonido. De esta manera se introdujeron palabras como largo y allegro para indicar el tempo y se les añadió una serie de partículas para expresar matices: como molto, assai, non troppo, el sufijo -etto, etc. Estas palabras, unidas a otras que expresan el carácter y el afecto (como andante, scherzo y scherzando, dolente), generalmente aparecen al principio de una sección o de un movimiento entero (incluso sirviendo de título). No es coincidencia que su aparición ocurriese en determinado momento del período Barroco en el que la teoría de los afectos (Affektenlehre) era la corriente estética predominante mientras que la gran expansión de estos términos, y las lenguas de donde se tomaron, tuvo lugar durante el Romanticismo. Otras palabras como rallentando, ritenuto y stringendo para el tempo, y pizzicato, leggiero y flautando para la articulación y producción del sonido aparecerán en el transcurso de la notación musical.

2 comentarios: